El silencio consciente: el ojo del huracán
La terapia transpersonal y el mindfulness, que son los modelos de desarrollo humano que más han aportado a mi camino de apertura de consciencia y que más utilizo para el acompañamiento a otros, tienen un punto en común: el cultivo del silencio como condición sine qua non del florecimiento del ser humano.
Silencio exterior
El campo fértil del silencio tiene diversos niveles de profundidad. En los más superficiales, lo entendemos por supuesto como lo opuesto al ruido. El silencio exterior es de gran apoyo para la introspección si lo buscamos y ejercemos, pero al hacerlo encontramos una enorme resistencia: el silencio puede resultar incómodo por lo que buscamos estar siempre llenos de estímulos de forma cada vez más vertiginosa, ya sea música, conversaciones, películas, series, contenidos de redes sociales, la propia voz… Un horror vacui que busca llenar cualquier silencio para evitar quizás la angustia de quedarse a solas con el propio mundo interior.
Silencio interior
El siguiente nivel es el del silencio interior, que también encuentra el obstáculo del ruido y a gran escala. La cháchara mental, el “mitote” como llamaban nuestros ancestros a la distracción y al desorden mental, a ese continuo diálogo que establecemos con nosotros mismos con la mente saltando desordenadamente de un pensamiento a otro como un mono que salta de rama en rama, que busca siempre resolver problemas, que se remite constantemente al pasado y hace proyecciones sobre todo catastróficas a futuro. Reducir este ruido mental es fundamental para nuestro desarrollo, lo cual no significa, por cierto, que haya que alcanzar la meta de “poner la mente en blanco”, lo cual es muy complicado para el común de los seres humanos y que en realidad no es necesario, como veremos a continuación.
Nuestra dimensión silenciosa
Aunque reducir el ruido externo e interno puede resultar sin duda muy sano para nuestra salud física, mental y emocional, por cultivar el silencio en realidad me refiero a conectar con una dimensión profunda que ya existe en nosotros, que en sí misma es silenciosa y aprender a habitarla cada vez con más frecuencia.
No estoy hablando de percibir cosas extrañas o espectaculares, sino de notar que en nosotros existe un espacio de observación con el cual podemos familiarizarnos cada vez más para aposentarnos intencionadamente y percibir desde ahí incluso el ruido exterior e interior como testigos, sin reactividad.
El ojo del huracán
Me gusta la metáfora del huracán para referirme a la forma como podemos experimentar la mente. Como bien sabemos, un huracán tiene una periferia devastadora, con vientos que pueden sobrepasar los 250 km/h, arrancando todo a su paso y haciendo volar árboles, animales, vehículos, construcciones… Sin embargo, su ojo es un sector de bastante calma, donde pareciera que no está ocurriendo nada.
Nuestra experiencia mental cotidiana es como la periferia del huracán, en la que emociones y pensamientos están en constante movimiento, como un sólo evento mental unificado y de forma intensa y azarosa. Pero existe un lugar de observación, que si nos aposentamos en él, es como el ojo calmo del huracán.
Desidentificación
Cuando nos identificamos con los eventos mentales y creemos que es la única forma de afrontar la realidad, vamos a la deriva, arrastrados por esos paisajes muchas veces sufrientes, ya que si nos resultan placenteros, nos apegamos y si son desagradables o dolorosos, nos generan aversión, siendo que en realidad unos y otros son impermanentes. Cuando en cambio hacemos el paso del pensar al atender, al observar, nos posicionamos en el ojo del huracán y descubrimos no sólo que se trata de un modo distinto de cognición, sino que entramos en contacto con la esencia de nuestro Ser y sus cualidades de bienestar.
¿A qué me refiero con esto? Esta dimensión silenciosa es nuestra propia consciencia, el lugar de donde emergen todas las cogniciones y emociones, toda la experiencia de la realidad momento a momento. Esos eventos mentales están en constante flujo, siempre cambiando. La consciencia es el soporte de tales movimientos, el lugar de donde emergen y su naturaleza “es perfectamente pura, profunda, inactiva, luminosa, no compuesta, no condicionada”. (La naturaleza última de la mente, por Nyoshul Khenpo Rinpoche, s. f.)
Identificarse poco a poco más con el ojo calmo del huracán y menos con la periferia en constante cambio, es profundamente sanador. Cuando sólo nos identificamos con aquellos eventos cambiantes de nuestra mente que nombramos como pensamientos y emociones y les hacemos demasiado caso, abrimos la puerta a estados internos que nos generan sufrimiento: estrés, ansiedad, depresión, burnout, ira…
La casa de huéspedes
No se trata de evitar sentir, controlar o reprimir emociones y pensamientos, sino de darnos cuenta de que lo que SOMOS en realidad es algo mucho más amplio, profundo, estable, silencioso e intocable que los elementos más superficiales e impermanentes de nuestra personalidad, y que desde ese lugar podemos abrazar a estos “visitantes incómodos” y atenderlos, como huéspedes en nuestra casa, parafraseando a Yalal ad-Din Muhammad Rumi en su lúcido poema “La casa de huéspedes”, que a continuación te comparto:
El ser humano es una casa de huéspedes.
Cada día una nueva visita, una alegría, una tristeza,
una decepción, una mezquindad.
Cierta conciencia momentánea
llega como un visitante inesperado.
¡Dales la bienvenida y acógelos a todos!
incluso si son una multitud de lamentos,
que desvalija violentamente tu casa.
Aún así, trata a cada huésped honorablemente pues
puede estar creándote espacio
para un nuevo deleite.
Al pensamiento oscuro, a la vergüenza, a la malicia
recíbelos en tu puerta con una sonrisa
e invítalos a entrar.
Sé agradecido con quien quiera que venga
porque cada uno ha sido enviado
como una guía del más allá.
(La casa de huéspedes – poema de Rumi | Embrace mindfulness, 2022)
Conclusión
Identificarte cada vez más con ese núcleo esencial que nunca cambia cultivando la atención y la observación a través de prácticas contemplativas, es habitar la dimensión del silencio consciente y fértil, el espacio que llamamos transpersonal porque atraviesa, trasciende e incluye a la personalidad, expandiendo así los límites del Yo. Te aposentas cada vez un poco más en ese espacio, en ese Yo profundo y al irte familiarizando con él, comienzan a expresarse sus muy diversas cualidades: paz, claridad, bienestar, sabiduría, creatividad, resiliencia, ecuanimidad, compasión, amor… que están permanentemente accesibles para ti, aquí y ahora.
Fuentes
La casa de huéspedes – poema de Rumi | Embrace mindfulness. (2022, 13 junio). Embrace Mindfulness. https://embracemindfulness.org/la-casa-de-huespedes-poema-de-rumi/
La naturaleza última de la mente, por Nyoshul Khenpo Rinpoche. (s. f.). Nodualidad.info. https://www.nodualidad.info/textos/naturaleza-ultima-mente.html
Mitote. (s. f.). https://www.tlahuilcalli.org/Mitote.html
12 COMENTARIOS
Mil gracias Antonio me encantó el artículo.
Me gustó el orden , claridad y la explicación para un tema que es tan profundo y a veces difícil de explicar.
La metáfora con el huracán me pareció muy bien lograda.
Te felicito.
Gracias Marcela! Me alegra que te haya gustado. Abrazo grande!
El contenido de las meditaciones y temas de Antonio siempre son de gran interés
Gracias Gris! Un enorme gusto contar con tu presencia en diversos espacios virtuales y presenciales que he organizado.
Maravilloso artículo! Es enriquecedor leerlo, pues aporta herramientas muy útiles para quienes vivimos en una ciudad enorme. Amo el silencio. Gracias, Antonio!!
Efectivamente, es un remanso en el mundo moderno. Abrazo grande!
Muchas gracias por compartir la información, mil gracias por exponer de manera clara los conceptos.
No había querido escribir hasta concluir los artículos atrasados.
Muchas felicidades por esta iniciativa a la cual daré seguimiento.
Muchas gracias y saludos.
Gracias por tomarte el tiempo en leerlos, Margarita. Estaré subiendo uno nuevo cada 2 semanas. Abrazo grande hasta el cielo de Boston!
Gracias por este valioso artículo, por darme la oportunidad de dimensionar el silencio y saber que puedo crecer en un momento que tenga para mí, gracias, gracias, gracias.🙏🏻🌻
Gracias Gaby por tu comentario! Me alegra mucho que te haya resonado. Te mando un afectuoso abrazo!
Everyone loves it when individuals get together and share thoughts.
Great blog, stick with it!
El cultivo del silencio como condición para el florecimiento del ser humano es una buena premisa. Sumergirnos en la introspección es muy buena terapia, aunque a la vez es algo que parece cada vez más alejado de la realidad de la gente. El mundo vive bajo la creencia de que está siempre estresado, sometido a presiones ambientales, ya sea en el trabajo o por cosas como el ajetreo de desplazarse en coche y soportar atascos de circulación rodada (que podrían devenir en obstrucciones como son las del aparato circulatorio humano, por cierto).
Reducir ese ruido mental que nos preocupa siempre con la búsqueda de fórmulas para resolver problemas, como bien dices, es el objetivo. Bucear en el pasado y pensar en lo mal que va a discurrir el futuro es una práctica habitual que no nos ayudará nunca. Estoy totalmente de acuerdo contigo.
Un gran post. Felicidades. Te invito a visitar mi blog y dejar algún comentario.
Muchas gracias.